SARIRI: TRES MUJERES ANTE LA TRADICIÓN Y EL PATRIARCADO

Premiada en la sección Primer Corte de Ventana Sur 2022 (Argentina); galardonada en el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse (2023, Francia), con el primer lugar en la categoría Cine en Construcción, Sariri (Laura Donoso, 2024) también recibió, ya el año pasado, la Mención Especial del Jurado a Mejor Interpretación para Paola Lattus, en el Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic); el premio a la Mejor Dirección en el Female Filmmakers Festival Berlin, Alemania, 2024; y la Mención Especial del Jurado, en la competencia Largometraje Nacional del Festival Internacional de Cine de La Serena (Chile).

Con toda esa trayectoria, llega a las pantallas nacionales este delicado filme sobre delicados temas.

La aridez del desierto contrasta con la calidez con que las tres protagonistas femeninas se tratan y se cuidan. Mara, la madre; Dina, la hermana apenas mayor en edad pero ya casada y embarazada; y Sariri, la pequeña que transita desde los juegos y los sueños hacia una adultez prematura y no deseada. Una pobreza digna, llena de ropa por lavar, de esperas a los maridos pirquineros que regresan de una mina cercana, de tradiciones ancestrales que se replican pese a lo que dicta el derecho internacional: el tajante no al matrimonio infantil se transforma en un ,que es materia de celebración y regla indefectible: “no me quiero ir a vivir con un hombre”, dice Sariri al darse cuenta de que es un destino muy cercano para ella, después de su menarquia. “Haz caso a lo que diga la mamá”, responde la hermana mayor, que ya pasó por ese umbral, pero que ansía huir hacia la fantasía de un concurso de talentos en la ciudad.

Construido sobre la estructura del viaje del héroe, en este caso de una doble heroína (Sariri y Dina), el filme de Laura Donoso (Chile, 1998) muestra dos recorridos inversos, pero similares porque están llenos de pruebas. El desierto, masculino, le reservará a Sariri —en sus días de aislamiento y distancia mientras sangra (para que la Diabla que vive dentro de la mina no se enoje)— la ayuda de mujeres misteriosas, las Bestias que no dañan a las congéneres,  y le regalará huesos disecados por el sol, motivo de sus colección y juegos. A Dina, en cambio, le esperarán otras pruebas, no explícitas, pero claramente insinuadas, que vienen de una mano también masculina que quizás sea una ayuda, pero condicionada. Las mujeres que asisten a Sariri, en cambio, no piden nada. Solo dan.

Paola Lattus, premiada por su rol de Mara, la madre de Sariri.

La madre permanece en casa, como pilar permanente, atenta a las necesidades de toda su familia y de la comunidad a la que pertenece. Así como las Bestias son las hechiceras del desierto, Mara es la diosa del hogar, la que hace milagros diarios para proteger y alimentar a los suyos.

El orden ancestral se restablecerá, en parte, al final del filme, por el regreso de Sariri, cuyo nombre no casualmente significa “el que continúa” en quechua. Pero será igualmente roto por una aventura que uno imagina, y que podría ser perfectamente el punto de partida de una nueva película, quizás llamada Dina.

FOTOGRAFIA Y MUSICA ENVOLVENTES

No es la primera vez que un filme de titulación está dedicado a la travesía de un niño por el norte de Chile. Antes fue El cantar de los grillos (2015, Universidad Mayor, galardonada también en el Festival de La Serena). Ambas comparten una fotografía impecable, que saca provecho a la naturaleza para dar marco estético a la narración. Raimundo Naretto, en la actual, y Catalina Díaz, en la anterior, presentan con evidentes toques poéticos paisajes no habituales para relatos alejados del centro del país y de las ciudades principales.

Ese es otro mérito de Sariri: que su directora y guionistas fueran capaces de imaginar una historia que pudo perfectamente ser citadina, pero que decidieron instalar en un entorno duro, difícil y seguramente desconocido para el equipo. El desierto es paradigma de soledad, atemporalidad y atavismos (el tabú de la sangre) desplegado ante los/as espectadores/as; y fue, a la vez, aventura, periplo lleno de pruebas pasadas satisfactoriamente por el grupo de cineastas, actrices y actores que participaron en el rodaje.

La música, de Milton Núñez Mora y Rosario Correa, aporta sin ser redundante a la retórica del relato, acompañando un montaje que puede mostrar tanto planos muy abiertos en que el ser humano puede perderse en la relación espacial, como acercamientos que pretenden expresar lo que sucede en el interior de los personajes, otra vastedad en la que es posible adivinar la potencia de los sueños, la fuerza del rechazo o la resignada aceptación de las costumbres.

Mención aparte merecen las actuaciones de Catalina Ríos (Dina), Martina González (Sariri), Paola Lattus (Mara, la madre). Con un trabajo actoral contenido y sin desbordes, ofrecen matices notables para sus personajes, que pasan por diversos estados anímicos sin dejar de lado la timidez y la introversión que provocan vivir en un espacio como ese. Hay, sobre todo en González, un grado de —y valga la cacofonía— genuina ingenuidad, la que llega a su punto mayor en dos conversaciones: la que sostiene con su amiga de la misma edad que va a casarse, y que replica los test de la revista de adolescentes que lee, y aquella con un hombre y su bestia de carga. En ambas hay curiosidad y un temor velado. El mismo temor que se presenta con toda su fuerza en las noches solitarias del desierto, y el que es vencido por su propio coraje. Catalina Ríos muestra otra paleta de sentimientos: en ella están presentes la ansiedad, la esperanza, el ensueño; mientras que Lattus manifiesta aceptación de un destino del cual le es imposible escapar.

Sariri interpretada convincentemente por la debutante Martina González.

¿Sariri es un filme feminista? Sin duda, pero sin consignas ni discursos. La imposición de tradiciones que van en contra de los deseos de las muchachas, la callada aceptación de la madre y, sobre todo, la presencia absolutamente secundaria de los hombres (las mujeres hacen todo, desde lavar y cocinar, hasta arreglar el desperfecto del equipo generador de energía eléctrica) muestran un mundo en que, pese a eso, son las reglas patriarcales las que imperan. Y para no vivir bajo ellas, solo existe la posibilidad de arrancar.

Con una historia simple, y a la vez cargada de significados, con una estética cercana a la poesía visual y con actuaciones convincentes, esta ópera prima hace sentir una nueva voz para el cine nacional: una voz con arraigo nacional, con temas universales y con mirada propia. PP

Sariri. Dirección: Laura Donoso. Guion: Carolina Merino, Francisca Durán, Javier de Miguel, Laura Donoso, Sofía Pavesi. Elenco: Catalina Ríos, Martina González, Paola Lattus,  Mauro Flores, Luis Jiménez, Claudio Navarro, Emilia Colivoro, Catalina Vásquez, Enzo Escobar, Belén Herrera Riquelme, Paula Dinamarca, Camila Vega, Muriel Piña, Rafael Cerda y Gabriel Torrejón. Dirección de fotografía: Raimundo Naretto. Montaje: Antonio Oyarzún. Dirección de arte: Vicente Romero. Música: Milton Núñez Mora, Rosario Correa. Casa productora: Universidad del Desarrollo. Ficción. Duración: 77 min. / Digital / Color. Chile, 2024.

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