Hace casi medio siglo Sergio Salinas, quien fue director de Primer Plano en su primera etapa, presentó este filme en el programa Cine para Usted, del canal de la Universidad Católica de Valparaíso, del 16 de febrero de 1974. En 2021, Claudio Salinas, Hans Stange y David Vera-Meiggs lo publicaron en el libro Un Cine Re-Público, dedicado a su trabajo como crítico. En nuestra semana de aniversario, valga este rescate como homenaje a uno de los mentores de esta segunda etapa de PP.
El gatopardo de Luchino Visconti representa de hecho un momento definitivo del cine europeo de todos los tiempos. Con un esplendor incomparable, la película reúne en sí tres historias simultáneas. Cada cual está narrada con una elegancia cuyo refinamiento no tiene muchos precedentes en el arte contemporáneo.
En un primer nivel, la película es la crónica de un momento preciso en la evolución política de Italia. Al consumarse el proceso de unificación de la península iniciado por Garibaldi, tiene lugar el ascenso al poder de la burguesía laboriosa y enriquecida en el comercio. A consecuencia de esta promoción, la vieja aristocracia terrateniente, borbónica y feudal, es desplazada de sus posiciones de dominio y condenada a una desaparición tan lenta como inexorable. La película recrea este proceso con una suerte de nostalgia si se tiene en cuenta que su realizador, Luchino Visconti, pertenece a una de las familias de más rancio linaje aristocrático de Italia.
En segundo lugar, El gatopardo narra la historia de un contrato matrimonial. El protagonista de la obra, el Príncipe Fabrizio Salina, representante del viejo orden, es arrastrado por el derrumbe de su clase. Paralelamente admite la conveniencia de unir el linaje de su sangre a la riqueza de la burguesía advenediza. Para este efecto, autoriza el matrimonio de su sobrino Tancredo con Angélica, la hija del próspero Alcalde Sedara. Se trata de una maniobra postrera que asegura la supervivencia de ciertas formas externas del sistema aristocrático. Si el Príncipe la acepta, no es por oportunismo sino bajo el influjo de la amarga convicción de que el cambio es necesario para que todo quede como está.
Finalmente, El gatopardo es la historia de una toma de conciencia. El protagonista, encarnado por Burt Lancaster, si bien sabe que la desaparición de la aristocracia no será fulminante, experimenta un doloroso sentimiento al encontrarse, como escribe un crítico francés, “desposeído de su carne, desposeído de su mundo, asaltado por una nueva clase que quiere gozar del esplendor aristocrático inmediatamente, sin conocer sus secretas reglas morales y embriagada en un vulgar apetito de vida”.
Ciertamente este drama del Príncipe es el aspecto más apasionante de la obra. También lo era en la novela del Príncipe Lampedusa en que se basa la película. Solo que Visconti ha hecho más significativas las contradicciones del personaje y ha dotado a la película de una belleza abrumadora que hace más desesperada la extinción del esplendor de esa clase a la cual él no es ajeno.
Obra monumental y sombría, la película comienza con colores vivos y claros, avanza hacia un final de tonalidades fuertes y nocturnas que desembocan en la referencia a la muerte con que se apaga la última imagen de la cinta. Ustedes podrán apreciar la soberbia puesta en escena de la obra, concebida casi como una ópera. En este sentido hay momentos memorables. Desde luego, la llegada del Príncipe y su familia a la Iglesia de Donnafugata constituye un verdadero fresco inmóvil, donde todos los personajes parecen estatuas de piedra. Por otro lado, el baile final, que ocupa un tercio de la película, es una hermosa alegoría fúnebre que transmite al espectador los sombríos sentimientos del protagonista.
El gatopardo es una obra particularmente reveladora del temperamento de su autor. Artista múltiple, refinado y complejo, Visconti quizás sea la figura más solvente del cine italiano. Así por lo menos lo acreditan filmes como Rocco y sus hermanos, Sandra y Muerte en Venecia. Es probable, sin embargo, que El gatopardo sea su obra más personal.
El gatopardo. Dirección: Luccino Visconti. Basada en la novela homónima de Tomasi di Lampedusa Elenco: Burt Lancaster, Alain Delon, Claudia Cardinale, Serge Reggiani. Música: Nino Rota. Productora: Titanus. Entre 151 y 195 minutos, según la versión. Italia, 1963.