LA CANDIDEZ DE LO PRECARIO: UNA REVISIÓN LIMITADA A LA ANIMACIÓN NACIONAL DEL PERÍODO 2012-2017

La animación nacional, en específico la que se divulga en formato cortometraje, ha tenido un crecimiento en los últimos años que todavía falta catastrar y analizar. Este escrito tiene como objetivo aportar, desde una muestra limitada, a este diagnóstico en construcción.

Cait, de Javiera Krinfokai.

A riesgo de parecer repetitivo con advertencias de esta índole, es necesario establecer las condiciones bajo las cuales el presente artículo buscó advertir un “estado del arte”, rudimentario y enfocado en resultados, sobre la animación nacional en formato cortometraje de los últimos años. Dos premisas sostienen esta indagación:

Primero, se definió el punto de partida en un hito que permitiera delimitar un metafórico más allá: la victoria en los Premios Óscar 2016 de Historia de un Oso constituye una coyuntura desde la cual establecer un punto de fuga: ¿qué cortometrajes de animación chilenos se estaban estrenando en festivales y en Internet, a la par de la circulación de Historia de un Oso, y su posterior y simbólico impulso en el imaginario creativo colectivo?

Mi primera Ouija, de Javiera Krinfokai.

Segundo, esta búsqueda debía estar limitada a cierto espacio de lectura, y en consideración a las nuevas dinámicas de consumo de obras a través de internet, se revisaron los cortometrajes disponibles de manera gratuita en los sitios web OndaMedia y CineChile. 

De esta manera, la muestra observada representa lo que está disponible para visionado inmediato, lo que implica dos consecuencias importantes: no es una revisión exhaustiva (especialmente si se considera que la disponibilidad de las obras alcanza solamente hasta el año 2017), sino más bien una brújula que señala ciertos puntos focales de análisis.

Adventum, disponible en OndaMedia.

Por otro lado, y a modo de consuelo metodológico, este texto es también una invitación a revisar lo que está inmediatamente disponible a ver, en un campo de la producción nacional audiovisual poco observado y revisado, pero con manifiesta intención de consolidarse.

Puedes ver «Frustración» de Camila Ortíz, en este enlace.

Una primera constatación sobre los modos en que la animación lidia con la condición general del campo audiovisual chileno: la habilidad de hacer mucho con muy poco. En esas lides, la animación nacional en los últimos años ha concebido estrategias narrativas y visuales que los ha obligado, por un lado, a explorar técnicas de animación digital económicas que permitan jugar con estéticas determinadas sin perder una intención autoral; y un segundo grupo de cortometrajes con mayores recursos, que persiguen una estética de factura internacional con un manejo narrativo extenso pero condensado, cuyo éxito depende principalmente de un involucramiento emocional directo con el espectador, arraigado en historias con fuertes connotaciones afectivas o históricas. 

En el primer grupo, se destacan los trabajos realizados al alero de instituciones de educación superior, la amplia mayoría utilizando animación digital, que en el marco de cursos realizan ejercicios que, en algunos casos, resultan destacables por sus marcados intereses estilísticos. En ese grupo, el trabajo de Javiera Krinfokai representa uno de los ejemplos estéticos más visibles: la combinación entre premisas oscuras y visuales expresionistas, con un marcado tinte enternecedor que alimenta la esperanza de la superación personal.

Sublime, de Ana Norambuena.

Algunos casos similares son Frustración, de Camila Ortiz, y Sublime, de Ana Norambuena. Otros ejemplos destacables pertenecen a videoclips realizados por animadores nacionales, entre los que destacan Disparan (Fill the skies) y Lo innatural (premiada en Clermont-Ferrand), ambos con propuestas audiovisuales concretas que buscan encauzar estéticamente el sentido de las canciones que acompañan.

Aunque en términos de factura técnica los trabajos en este amplio grupo demuestran diferencias, en general se aprecia la entrada de la animación digital como un reducto de exploración y búsqueda de formas económicas de proponer estilos propios. Adventum es un buen ejemplo de esto último, aunque en su obsesión por trabajar sombras y siluetas, se pierde narrativamente, trastabillando al final del relato (al igual que su desafortunado protagonista).

Disparan, videoclip de Cómo asesinar a Felipes.
The unnatural, videoclip de Claire Cronin.

El segundo grupo, en esta reducida cartografía, está compuesto por obras que, gracias a su adecuada mixtura entre calidad técnica y economía narrativa, han logrado instalarse en circuitos de festivales con éxito, o bien, han conseguido circulación internacional y cierto nivel de impacto cultural.

Lo narrativo es un criterio de distinción relevante en estos cortometrajes, que buscan manifiestamente sobrepasar lo anecdótico para presentar un universo emocional más complejo. En primera instancia, destacamos los cortometrajes Here’s the plan, W.A.R.F. e Isolated. Los dos primeros son similares, a pesar de su diferencia en duración (18 y 5 minutos, respectivamente). Al presentar historias de amor de forma dulce con tonos de amargo, se sustentan principalmente en construir un vínculo afectivo con los espectadores, desde la representación de situaciones donde el amor fraterno, más allá de todo obstáculo, pueda reafirmar lazos profundos de reconocimiento y compañía.

Here’s the Plan, de Fernanda Frick.

En términos de cómo relatan estos vericuetos, se aprecia tanta similitud como diferencia: en ambos casos, la trama persigue estrategias de condensación narrativa, con resultados disímiles considerando también la duración de cada obra. Here’s the plan se apoya en una narrativa rápida acompañada de una animación cándida, de buena factura y buen detalle. Así, la historia, sencilla e ingenua, avanza velozmente, pareciendo a momentos una película con una estructura más extensa, y funcionando muy bien como un “pimponeo” de victorias y fracasos. 

W.A.R.F., de Kylie Trupp.

Por otro lado, W.A.R.F. (posiblemente el caso más destacado de la muestra) ubica toda su potencia narrativa en un tipo de relación de gran potencial dramático: el de un joven soldado con su perro de compañía en la guerra. Acá se destacan dos cosas: por un lado, el efecto trágico de la trama se activa gracias al hecho que el protagonista sabe tanto como los espectadores (lo cual es bastante inverosímil considerando que es un soldado al cual uno espera que le digan a qué se dedica su batallón); no obstante, a pesar de su evidente fisura narrativa, la obra concentra toda su fuerza en desplegar un eficiente relato emotivo en 5 minutos, gracias a un poder de síntesis narrativo muy adecuado para el tipo de historia que se quiere contar. 

Sumado a eso, el cortometraje exhibe una calidad técnica sobresaliente, tanto a nivel de animación, música y efectos de sonido, lo que resulta aún más destacable si se considera el poco equipo humano que trabajó en él (no más de sietepersonas en cargos creativos).

Isolated.
Cantar con sentido, de Leonardo Beltrán.

Finalmente, se identificó un tercer grupo, derivado del segundo, y que corresponde a cortometrajes de alta factura, en algunos casos financiados con fondos públicos, y que relatan historias de pueblos originarios y/o relativos al patrimonio cultural nacional. En este grupo destacan tres cortometrajes: Halahaches (2015), Nahuel, una leyenda mapuche (2015) y Cantar con sentido (2016).

Los dos primeros se caracterizan por representar procesos de superación personal de dos individuos pertenecientes a pueblos originarios (selk’nam y mapuche, respectivamente), el primero quien tiene que superar un rito de iniciación, y el segundo que debe volver a su aldea luego de haberse perdido escapando de conquistadores españoles.

Halalaches, disponible en Ondamedia.
Nahuel, una leyenda mapuche, disponible en OndaMedia.

Ambos trabajos destacan por el uso de técnicas de animación más complejas (stop motion en Halahaches y marionetas en Nahuel), los que revelan un ánimo por buscar formas “artesanales” de relatar la historia precolombina de nuestros pueblos originarios. En particular, Halahaches demuestra un mayor dominio narrativo y una técnica más acabada en la animación, sin desmerecer tampoco el enorme esfuerzo que implicó realizar ambos trabajos.

Finalmente, Cantar con sentido (2016), cortometraje de técnica mixta (usa stop-motion y telares) financiado por la Gobernación de la Región del Bío-Bío y otras instituciones regionales, es uno de los trabajos más destacables, tanto por el cuidado en su puesta en escena, como también su estrategia narrativa, tan sencilla como eficaz: relatar con un narrador en off el nacimiento, crecimiento, auge, desencanto y muerte de Violeta Parra. 

A través de un estilo de animación ameno y bien ejecutado, el relato se mueve con desenvoltura y emoción, siendo también un buen ejemplo del valor pedagógico de la imagen audiovisual, cuando esta es utilizada para el servicio de un relato sólido y con un sentido conmemorativo que no busca la mera celebración, sino la develación de la complejidad humana a través de la candidez de los elementos que la animación permite entrelazar.

Y ahí, reside un desafío nada menor para la siempre ingente industria audiovisual de animación, la que se espera siga creciendo de la mano de avances tecnológicos que permitan mayor exploración y soltura en sus técnicas, y mayor coherencia en sus narrativas. PP

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