MICKEY 17: ENTRE LA FARSA Y EL DOCUMENTAL

De vez en cuando, el cine se disfraza de oráculo. Incluso sin proponérselo, capta las ondas narrativas del mundo y las convierte en algo delirante pero escalofriantemente familiar. Mickey 17, del coreano Bong Joon Ho, se atreve a satirizar a los megalómanos de turno y a retratar a quienes nos vamos quedando detrás. Pero ¿qué pasa cuando la sátira se convierte en una caricatura de sí misma?

Cuando le preguntaron al director Bong Joon Ho (Daegu / Corea del Sur, 1969) sobre su nueva película de ciencia ficción, Mickey 17 (2025), él cándidamente respondió que, a pesar de lo evidente del género, la historia refleja el estado actual del mundo en que vivimos. Esto, en realidad, no debería ser demasiada sorpresa, puesto que es algo que el cine –como todas las artes– viene haciendo desde siempre.

Lo notable de Mickey 17 es su timing. Estrenada apenas un par de meses de iniciado el segundo gobierno de Donald Trump, y en un momento en que el mundo ya no parece ser lo que era, la película da la impresión de haber sido hecha para este momento, casi como una especie de profecía de todo lo absurdo y peligroso que parece estar sucediendo.

En un futuro tecnologizado y aquejado por un clima monstruoso, Mickey Barnes (Robert Pattinson, Londres, 1986) es un tipo cualquiera, buena persona, no particularmente brillante; pero sí fácil de influenciar y manipular, lo que lo lleva a meterse en un lío con la mafia y, en consecuencia, a ofrecerse de voluntario en una misión espacial para escapar de una deuda que debería pagar sometiéndose a una sierra eléctrica. Esta urgencia lo lleva a enrolarse como prescindible, sometiéndose a un proceso médico mediante el cual puede ser revivido después de morir repetidas veces, para el deleite de los científicos de la nave, y de Kenneth Marshall (Mark Ruffalo, Kenosha/EEUU, 1967) el excéntrico político millonario que ha financiado y comanda la misión.

Mark Ruffalo y Toni Collette. Foto tomada de https://ew.com

La receta es prometedora y original, lo que le hace bien a una industria cansada de las fórmulas, remakes y secuelas. Las muertes y resurrecciones de Mickey sugieren un coqueteo con debates trascendentales y necesarios, como la pregunta que le repiten una y otra vez, “¿qué se siente morir?”, que él evita responder, aterrorizado. De forma similar, el encuentro con la especie aborigen del planeta Niflheim recuerda formas distintas de pensar y comunicarse, en un ejercicio no muy distinto de lo visto en Arrival (Denis Villeneuve, 2016), donde el encuentro con otra especie refleja nuestra propia inferioridad valórica e intelectual. Los creepers de Niflheim son un colectivo, piensan como colectivo, en un brutal contraste con el individualismo y la ambición de la misión humana, que viene escapando de su propio desastre climático.

Sin embargo, el poder de la sátira se ve coartado por el exceso de metáforas y, finalmente, la inhabilidad de escarbar lo suficiente en ninguno de los ricos temas que la película sugiere. Las tensiones entre la vida y la muerte de Mickey se desvanecen cuando aparece Mickey 18, lo que abre nuevas posibilidades filosóficas, las que tampoco son exploradas. El concepto del humano prescindible y de su explotación se quedan en lo anecdótico. La crítica al pensamiento colonial no pasa de ser una circunstancia del guion. El caso más emblemático es quizás el personaje de Mark Ruffalo y sus inevitables referencias a Donald Trump, que tanto el actor como el director han negado en ya varias entrevistas. El megalomaníaco Kenneth Marshall es innegablemente una parodia del megalomaníaco del sombrero rojo (que también aparece en la película). Y aunque la sátira hace bien en apuntar sus dardos a los poderosos, cuando la parodia se sostiene en el estereotipo, rápidamente se convierte en farsa. Porque Trump en sí mismo es pura superficialidad, y no hay mucha riqueza narrativa que se pueda desprender de él. Marshall, que para Bong Joon Ho debía representar el líder político más estresante, se queda en la caricatura de alguien que ya es una caricatura, por peligrosa que sea.

SEMEJANZAS “SOSPECHOSAS”

Resulta inquietante pensar que esta película fue filmada entre agosto del 2022 y enero del año siguiente, solo meses después de la publicación de la novela Mickey7 de Edward Ashton (Fairfax/EEUU, 1968), y bastante antes de las elecciones estadounidenses que ganó Trump el año pasado. No es la primera vez que la literatura y el cine hacen de oráculo, pero acá hay elementos tan específicos que llegan a ser desconcertantes. En el filme, Marshall puede ser la sátira de Trump, pero también de Elon Musk y su obsesión con la colonización del espacio. Más extraña aún es la referencia hecha varias veces a la motosierra, o el consejero religioso de Marshall que tiene una sospechosa semejanza a cierto presidente ruso. Aunque no haya sido en profundidad, Bong Joon Ho sigue teniendo el buen hábito de poner en pantalla las perversiones que ve en la vida real.

Pese a distar bastante de algunas de las obras maestras del surcoreano, Mickey 17 tiene bastantes virtudes. Quizás la más importante es que es entretenida y bien vale la pena el viaje hasta el cine. Además de funcionar como espejo del delirio contemporáneo, es una colección de buenas interpretaciones, especialmente de Robert Pattinson que se compromete a cabalidad con la ingenuidad, bondad y estupidez de 17, para luego salir con una versión completamente distinta del mismo personaje en su versión 18. El contraste y la química que se forma entre ambos personajes hace olvidar los trucos visuales que hacen posible la fantasía.

Versiones de Mickey en la interpretación de Robert Pattinson. Foto tomada de www.broadway.org.uk

La sátira es también potenciada por la expresiva música de Jung Jaeil (Seúl / Corea del Sur, 1982), que ya tiene experiencia en musicalizar la ironía, el sarcasmo, y los contrastes entre crueldad e ingenuidad, tal como lo hizo en Parásitos y en la popular serie El Juego del Calamar (2021-), donde este contrapunto juega un rol primordial. En Mickey 17, sin embargo, la música también está llena de momentos íntimos que enfatizan la sensibilidad del personaje, acercándose a ratos a la melancolía de quien sabe que está ahí solo para morir.

Como suele suceder, después de que alguien deslumbra con una obra maestra como Parásitos (2019), las expectativas para Mickey 17 eran quizás demasiado altas. Y es que Bong Joon Ho es de esos directores que ayudan a refinar el paladar y a mantenernos exigentes. Si bien es poco probable que esta sea incluida en la lista de sus películas más recordadas, verla hace bien para escapar de las angustias de la vida y poder mirarlas desde otro ángulo. En ese sentido, más allá de la farsa, Mickey 17 bien puede ser un documental de lo que se viene, y quizás solo por eso, no vendría mal hablar de lo que propone. PP

Mickey 17. Dirección y guion: Bong Joon Ho, basado en la novela Mickey7 de Edward Ashton. Reparto: Robert Pattinson, Naomi Ackie, Mark Ruffalo, Toni Collette, Steven Yeun, Anamaria Vartolomei. Fotografía: Darius Khondji. Música: Jung Jaeil. Casas productoras: Warner Bros, Plan B Entertainment, Offscreen. Ciencia ficción. 137 min. EEUU, Corea del Sur. 2025.

Foto de portada tomada de https://eu.usatoday.com

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