Se lo llamó el Rey del Cine B, y con razón. Se preocupaba más de la claridad del relato que del detalle fino o la sutileza, pero eso lo llevó a una auténtica maestría en el manejo de los códigos de los géneros clásicos, particularmente en el terror. Famosas fueron sus adaptaciones de Edgar Allan Poe con el actor Vincent Price levantando una ceja maléfica. Inteligente, culto, desenvuelto, arriesgado y esmerado cultor del mal gusto.
Su influencia sobre buena parte de las últimas generaciones de cineastas del siglo pasado es indudable. Scorsese, Coppola, Cameron, Burton y Bogdanovich surgieron de muchos de sus trabajos. También hizo debutar a unos desconocidos de Niro, Hopper, Nicholson, Pacino.
En 2009 le fue otorgado el Oscar por el total de su obra cinematográfica, cuando era ya una leyenda de Hollywood.