LA DELEITOSA CACHORRO AVALA, CON PROVOCADOR DESCARO, EL ANHELO GAY DE TENER HIJOS

A ratos divertidísima o emotiva, siempre estimulante, esta comedia española sumamente suelta de cuerpo sobre homoparentalidad y tolerancia, parece sin duda muy actual y de reciente estreno. Error. Es un juvenil vejestorio de 20 años de edad, con buenos pergaminos, además, en festivales y de crítica. De más está decir que –y no es raro- nunca se supo aquí de él. Hoy el streaming brinda su disfrute tardío.

Junto a los títulos iniciales, Cachorro abre con imágenes de tres hombres cuarentones desnudos, encamados teniendo sexo en grupo, libre, gozosa, naturalmente. El exabrupto no dura más que un par de minutos, pero basta para anunciar a los espectadores recatados que se ajusten bien el cinturón para las turbulencias que vienen. El viaje que sigue se ubica de seguro entre lo más ‘fuerte’ en oferta. No porque sea una cinta demasiado explícita visualmente, nunca lo es, sino porque los modos en que sus personajes se relacionan social, familiar e íntimamente, están a años luz de la chilenidad actual como contexto. Retrata una sociedad con una conciencia moral que hace rato nos dejó muy atrás en la apertura, desprejuiciamiento y evolución de sus cánones culturales.

Alguien desprevenido podría pensar que esta despercudida comedia dramática española es de reciente factura. Pero no: desde su debut original ha trascurrido la friolera de ¡20 años!, lo que nos deja -claro- en peor pie. No es además una cinta para menospreciar. En 2004 tuvo su premiere en la Berlinale representando a su país. Ganó luego cinco premios en festivales clase B pero no de cine gay: al mejor director en Cáceres, España, y a la Mejor Película en Dallas, Toulouse, Montreal y Mezitrapa (República Checa). Su intérprete principal fue nominado al Goya como Mejor Actor Revelación, aunque no lo obtuvo. Con este currículo, más la buena acogida del público, llegó a exhibirse en Estados Unidos bajo el título de Bear Cub (Cachorro de Oso), mereciendo allí no pocas críticas elogiosas en medios tradicionales de peso, como New York Times, Chicago Tribune, Variety y (¿?) Christian Science Monitor. Agreguemos de trivia que el desenfado de la cinta excedió entonces el mismísimo criterio yanqui imperante. Para exhibirla el circuito censuró dos escenas que exigió extirpar: la inicial antes descrita, y otra hacia el final en un sauna (igual de breve y que no aporta nada). Sobra decir que nunca se dio en cines chilenos.

¿De qué va el ‘atrevimiento’ de Cachorro? Para empezar fue una de las dos cintas que, a inicios del nuevo milenio, primero retrataron el ambiente de los denominados bears (osos): un sector bien amplio de la comunidad gay, con presencia y características muy propias desde fines de los 70 en las grandes ciudades (y del cual se sabe poco o nada por acá; sin duda existen, pero no tienen visibilidad aún en grupo). Son hombres gays maduros y asumidos de 40 o más años, fornidos, gruesos o abiertamente gordos; por lo general barbudos y/o de cuerpo peludo. De identidad y conducta claramente masculinas, los osos son también empáticos, sociables y solidarios; conviven con sus iguales en bares, clubes y otros lugares de ocio, organizan eventos especiales para los suyos y conforman una verdadera subcultura bien definida. Casi siempre rehúyen el contacto de los gays afeminados, no les gustan las locas como amigos, menos de parejas.

A ese ámbito pertenece Pedro, el protagonista del filme, un dentista todavía treintón que vive para sí mismo en Chueca, el barrio gay de Madrid; lleva una vida tranquila y aclanada con sus amigos y tiene ocasionales compañeros sexuales, pues se resiste a la idea de tener un novio estable. Al mismo tiempo, mantiene una relación próxima con su única hermana viuda y su hijito de 9 años, Bernardo, solo que se ven de tarde en tarde porque ellos residen en Valencia.

DIVERTIDA, CONMOVEDORA, INCOMODA

El relato, de ritmo ágil a partir de un guion compacto y con buen poder de síntesis y observación, muestra esto en rápidas pinceladas. Justo cuando la hermana, algo loquilla o descerebrada, llega para dejar al chico a su cuidado mientras ella -que se quedó pegada en el hipismo- viaja a la India por una quincena con su última pareja. El pequeño huésped y su tío se llevan bien, pero ya que Bernardo comparte su departamento, el hombre se ve obligado a morigerar sus usos y costumbres habituales. Hay que decir que el niño es brillante, excepcionalmente precoz para su edad; por haber crecido junto a esa madre tan deslenguada y sin límites, carece de prejuicios y parece saber y entender todo del mundo de sus mayores.

Pronto el panorama cambiará drásticamente. A Pedro le avisan que Elvira fue apresada en la India por traficar droga. O sea, no regresará por un largo tiempo. De modo que él debe hacerse cargo de su sobrino de modo permanente. Y lo hace. Se preocupa, lo protege, y el vínculo entre ambos termina por estrecharse en un cariño semejante al paterno-filial. Así al odontólogo se le revela algo que nunca imaginó tener dentro suyo, el sentimiento de paternidad. Con un serio problema: aparece en escena la abuela paterna del chico, alejada hasta ahora de su núcleo familiar; ella está dispuesta a recurrir a la ley, incluso al chantaje, con tal de apartar a Bernardo de su cuidador circunstancial, a sus ojos un tipo por completo inmoral, la peor influencia que podría tener cerca.

El director Albaladejo, en su quinto título siempre en el registro de comedia de costumbres, y su coguionista debutante, los dos talentosos y a la fecha en los 30, se apropian de los moldes de la comedia dramática sobre relaciones familiares disfuncionales, llevándolos a su extremo posible. El filme se apoya en un bien dotado elenco para armar una galería de personajes de interés consistente matizado por claroscuros. Pedro es ciertamente egoísta y un promiscuo, pero en otros aspectos actúa como un hombre íntegro de principios intransables (avanzado el relato se informa que rehúye otro compromiso dolido aún por la muerte de su amado). Todos, cual más cual menos, tienen motivos para comportarse como lo hacen. En general son personajes que sufrieron la pérdida o el abandono de un ser querido y se refugian en los otros para superar la soledad. José Luis García está muy bien en el rol central, pero como Bernardo el niño actor David Castillo resulta luminoso, irresistible.

Entre momentos divertidísimos, otros ineludiblemente conmovedores, algunos incómodos o descolocadores, el filme hace avanzar con aire sincero y cálido su historia movida por el anhelo gay de ser padre, una cuestión en la palestra hoy tanto como ayer (y la asociación con Happy together, el notable y poco visto docu-reality chileno de 2015 sobre homoparentalidad, es obligada). Pero el gran tema de la propuesta está en su ardiente defensa de la tolerancia, en la idea de que ninguna sociedad será sana si no se respeta a quien es diferente. No se debe juzgar al otro sin ponerse en sus zapatos. Esto retrotrae al añoso concepto de cine de arte y ensayo, surgido en los 80 como alternativa al de autor y vigente en el 2000, que respaldó la convicción de que el cine tiene la capacidad de expandir y enriquecer la conciencia del espectador, para que así la civilización avance.

En el conjunto, sin embargo, hay un par de puntos flojos. Uno es que la fábula deja mal paradas a las mujeres. Aquí las féminas son o ansiosas, irresponsables y algo chifladas, o brujas odiosas controladoras y castigadoras. El relato presenta madres y abuelas que no saben cumplir sus roles, pues carecen del don de contener y amar. Eso le valió a la cinta en su estreno acusaciones por misoginia. La otra objeción, grave en lo cinematográfico, es su remate pobre y acomodaticio. Se resuelve rápido con cuatro cartas, tres de ellas dichas por sus firmantes frente a la cámara en plano fijo, y un desabrido epílogo tres años después, incluyendo un funeral y un reencuentro. Un final que francamente no está a la altura de sus muchos aciertos anteriores.

Cachorro.Dirección: Luis Miguel Albaladejo. Guion: Salvador García Ruiz y Miguel Albaladejo. Elenco: José Luis García Pérez, David Castillo, Empar Ferrer, Josele Román, Elvira Lindo, Arno Chevrier.  Fotografía: Alfonso Sanz. Montaje: Pablo Blanco. Música: Lucio Godoy. Ficción. Comedia dramática de relaciones familiares. Cine LGBT. Casa productora: Star Line Productions. Duración: 99 minutos. España, 2004. Disponible en Prime Video, MUBI, Filmin.

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