LO SUSTANCIAL DE LA SUSTANCIA: DOS (NO MÁS) OJOS PARA VERLA

Entrar a la sala, fondo celeste, un huevo siendo inyectado por una jeringa verde y duplicar su yema. Esta secuencia no prepara ni un ápice de la extraña, furiosa y exótica cinta que estamos a punto de presenciar: 141 minutos en los que el espectador deberá decidir si mirar asombrado e inmóvil, o echar un vistazo entre ese pequeño espacio que dejan sus dedos al taparse la cara.

La sustancia es una película especial: un verdadero espectáculo que debería verse en una pantalla grande, oscuridad total y ojalá dos asientos de distancia con cualquier otra persona. Una experiencia sensorial notable, es inquietante, incómoda, horrible de ver, y eso sólo habla de un trabajo magistral de realización que merece aplausos sin parar, muy bien lograda a nivel técnico en cada uno de sus apartados, los interiores, los colores, ¡el maquillaje!, vestuarios y actuaciones merecen premio, que probablemente veamos en unos meses más. Realmente es un gran valor su calidad como pieza artística.

Pero a la vez que aplaudo, siento que aquí recaen los problemas. Películas con un gran presupuesto como ésta buscan engrandecer cada parte visible de las películas, pasando por alto el cuidado de las formas narrativas, de un guion consistente y la creación de una historia que no necesite sobreanalizarse. Su trama es interesante, pero las formas de narrar esta historia macabra disgustan un poco; con un ritmo frenético, que no permite nunca pensar en lo que está pasando, La sustancia intenta llenar el vacío con capas y capas de imágenes y sucesos cada vez más retorcidos y bien encuadrados.

Es una película que no tiene pausas, y cuando vemos los temas que coloca sobre la mesa, parece necesario darle un respiro al público para que el mensaje de la película no se quede sólo en la espectacularidad de sus secuencias. Hacer cine para nichos como Mubi es también confiar en que tu película se está presentando a un público que puede inferir lo que sucede; es llamativa la forma en que la cinta coloca todo en frente, con la necesidad de sea interiorizado rápido para mostrar otra cosa más grotesca, o más sensual, o más explícita que la que acaba de aparecer.

Es una cruda crítica al capitalismo y a la posición de las mujeres en la industria del cine, ambas temáticas donde el rol que tiene el envejecer es un tema particularmente importante, y que dentro de la cinta es el eje principal: el tiempo se acaba, y las protagonistas temen a que el reloj les marque su hora final. Todo este escenario psicológico es cubierto por lo perfectamente montado de la imagen, entre colores brillantes, escenarios cuidados en todos sus detalles y una edición de sonido preciosa que acompaña inquietantemente. Así, este frenesí visual que entrega la cinta de Coralie Fargeat (Francia, 1976, y quien obtuvo el premio a Mejor Guion en el Festival de Cannes 2024, por este su segundo largometraje) limita la conversación, y reduce estas discusiones a simples medios mediante los cuales La sustancia presenta monstruos, jeringas y sangre viscosa, todo esto, sin derecho a reclamos.

INCONSISTENCIA ENTRE DISCURSO E IMAGEN

Otro punto central de la trama es la idea del cuerpo… o, de su cosificación, en verdad. No es posible negar la relevancia de este tópico en nuestras sociedades actuales, más aún si la película trata sobre una actriz que tiene problemas en su trabajo por ser demasiado vieja; pero a esto me refería con la confianza en el espectador: realmente se siente a ratos como un bombardeo de actrices en traje ajustado. Entiendo la relevancia del cuerpo para la trama, pero recordar a cada segundo que la protagonista está fascinada por la juventud de su cuerpo sexy y hegemónico es innecesario; buscar dar una crítica al sistema haciendo exactamente lo mismo que hace y realza me parece inconsistente. La cultura de la venganza nos ha hecho mucho daño.

Por otra parte, un trabajo de personificación maravilloso de Demi Moore. Lo hace fenomenal, es deslumbrante; entiendo completamente a mi padre, que la adora desde Ghost (1990). Su experiencia de mujer en la industria se nota, y presenta un personaje genuinamente asustado y angustiado por el peso de la vida de la estrella, que se consume más rápido que siete días en un cuerpo rejuvenecido. Margaret Qualley también logra llevar muy bien el peso de la cinta; su ambición (in)humana por la juventud, junto con su puesta en escena firme y decidida, construyen una protagonista cautivante, que no supe si amar u odiar, queda a criterio del espectador. Punto genial es que todas las figuras masculinas son, genuinamente, repugnantes; un trabajo de dirección notable para dar énfasis al mensaje de la trama, que algunos puntos a favor sí le puedo dar.

Quizás estoy pidiendo demasiado al cine industrial, quizás mi visión puede estar sesgada por lo difícil que fue para mi ver esta película. A pesar de todo, uno de mis primeros acercamientos al body horror terminó de manera curiosa: una sala de rojas caras saliendo del cine con rostros perplejos, -atónitos más bien- tratando de reincorporarse a una realidad que se mueve mucho más lento que la película, aún en el centro de Santiago; algunas risas curiosas brotaban, lo cual resultó llamativo, por no decir estremecedor.

De todas maneras, este es un subgénero muy oculto en el mundo del cine, el cual ahora entiendo porque está tan escondido… y, personalmente, lo agradezco. PP

La sustancia. 2024. Dirección y guion: Coralie Fargeat. Elenco: Demi Moore, Margaret Qualley. Body Horror/ Ciencia Ficción. Casa productora: Working Tittle Films. 141 min. Inglaterra/ Francia.

Fotos recuperadas de The Movie Database (TMDB)

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