LOS BOSQUES NO ENVEJECEN

La frase del título es una mentira. Los bosques, como todo, sí lo hacen. Pero en el último documental de Ignacio Agüero –“Notas para una película”- los que fueron filmados en 2022, aparentan ser de fines del siglo antepasado. Un marco para un filme en que el tiempo se camufla, se imbrica, se deshace en medio de la lluvia y de una evocadora fotografía en blanco y negro. Y parece decir que lo que tampoco envejece es la injusticia.

La vegetación captada por la cámara puede ser del mil ochocientos o del dos mil y tantos … el ojo de quien observa desde una butaca no puede distinguir. Por eso, el actor Alexis Maspreuve puede ser a veces él mismo o Gustave Verniory, el ingeniero belga que dejó un registro de los 10 años en que vivió en la Araucanía tendiendo caminos para el tren, entre 1889 y 1899. Solo los árboles y los helechos saben que siempre será 2022…

Quienes ven el filme, también, ya que el presente se está siempre entreverándose con esas imágenes atemporales de vegetación, cerros, mar, cielos y nubes. Una fotografía que se acerca a una poética de la imagen en blanco y negro vuelve a los paisajes y a la lluvia, provocando una sensación de frío intenso. Perritos mojados, escarcha en los suelos, mucho abrigo en el protagonista.

Basado libremente en las memorias escritas por este joven ingeniero que llega a Chile de poco más de 20 años, Agüero lo muestra tanto reflexivo como ambicioso; detallista y también sibarita. Sin embargo, pese a las descripciones de momentos de alegría, el tono del documental es triste y hay drama en la historia del Chile winka, en la personal, en la del pueblo mapuche. Esas tramas se van entretejiendo para presentar una mirada al país, con sus complejidades que, también y como la selva nativa, parecen desafiar al tiempo.

En su estilo, Agüero está en pantalla desde el comienzo del filme. Una manera, quizá, de decir que el relato, aunque basado en hecho reales, históricos, siempre tendrá un punto de vista: el del autor. Él, en este caso, más que el belga, porque de todo su testimonio el cineasta toma solo algunas secciones. En la elección siempre habrá un sesgo. Y esto no es una crítica, porque ya al mirar estamos seleccionando una parte del mundo, de lo que vemos. Así, su entrada en cámara resulta una forma de decir, “aquí estoy yo, no se olviden de que soy quien les está contando este trozo de la historia: desde mis ideas, mi biografía, mis saberes”. Desafía, así, la aparente objetividad de la que muchos documentales hacen gala.

Notas…” está entrando y saliendo de las memorias de Verniory, ya sea por la vía de mostrar al actor siendo él mismo, o mediante la irrupción de un elemento actual (un auto, una torre de alta tensión, una carretela con neumáticos). Los contextos son también parte importante del relato, ya que enmarcan históricamente el período que abarca los diez años del belga en Chile, así como los acontecimientos que, antes y después, han jalonado la historia del pueblo mapuche.

El filme se sustenta también en el entretejido de las memorias personales (las cartas que recibe el ingeniero, que le dan noticias familiares; sus fracasos en el afán de crear una huerta) y aquellas que narran Miguel Melin y Longko Leonel Melin sobre diversos acontecimientos dramáticos y épicos de su pueblo.

UN DOCUMENTAL CON POETICA

Planos amplios que parecieran no tener fin, ni comienzo, sobre paisajes captados con toda la sutileza de la gama de grises y donde la naturaleza reina, se contraponen a tomas generales, pero no tan amplias, donde surge la vida animal (perros, sobre todo perros; aves de corral, cerditos) y humana (el bar de la estación, un rincón de la casa donde escribe). Estas, a su vez, tendrán como complemento fotografías de la época que muestran tanto la construcción del ferrocarril como la vida cotidiana. Incluso, como recurso de época, el documentalista utiliza unos segundos de La llegada del tren a la estación de los hermanos Lumière.

Screenshot

Todos esos elementos otorgan al filme una textura visual particular que, aunque tenue, surge con fuerza para dar base a acontecimientos que escasamente son mostrados. El texto, ya sea leído en castellano o en francés, apela a la imaginación porque, rara vez, es un complemento de la imagen.

Ese juego, que interpela a la participación del/a espectador/a, es potenciado por la cuidada banda sonora que mezcla ruidos naturales con artificiales, pero que resulta evocadora de manera constante. El trabajo de diseño de esta banda, a cargo de Waldir Xavier, complementa la dirección de fotografía de David Bravo y el arte y diseño de vestuario de Juana Díaz.

Todos estos elementos confluyen en un documental de ritmo lento, pausado, como las reflexiones de quienes hablan. No podría ser de otra manera, ya que apela a la nostalgia. Pero no se queda en ella, también muestra sin estridencias episodios del pasado que son violentos, como la Guerra Civil de 1891, en la que el presidente Balmaceda es derrotado. Casi como un relámpago acude la imagen del presidente Allende en el llamado Tren de la Victoria, haciendo el paralelo entre ambos trágicos mandatarios.

Tras el relato de cómo el ejército reclutaba “voluntarios” en dicha Guerra Civil, aparece una decena de borrosos primeros planos de hombres que miran a cámara . Las fotos son tan evanescentes como lo es el conocimiento que, en general se tiene de esa guerra en Chile. Porque este conflicto -que enfrentó a los ciudadanos y que tuvo un desenlace con consecuencias nacionales en diversos planos- es una parte de la historia de la que se cuenta, apenas, lo que podríamos llamar «los titulares».

Antes de cerrar y para guiños, dos: la madre oriental en la plaza sureña que hace mirar a cámara a su guagua, la que saluda llorando; y la mirada a cámara, no se sabe si intencional o casual, de una mujer en medio del relato de cómo los mapuche terminaron de perder sus tierras. ¿Interpelaciones ambas?

Ignacio Agüero, una vez más, hace gala de un cine de ideas, de reflexión, de gran factura y personalidad. Notas… comienza y termina con un ruido que parece alguien llamando a una puerta… ¿A qué o a quién llama el documentalista? PP

Notas para una película. Dirección y guion: Ignacio Agüero. Elenco: Alexis Maspreuve e Ignacio Agüero. Dirección de fotografía: David Bravo. Dirección de arte: Juana Díaz. Montaje: Claudio Aguilar, Ignacio Agüero, Jacques Comets. Diseño sonoro: Waldir Xavier. Casa productora: Ignacio Agüero y Asociado. Documental. Duración: 105 min. / Digital / Blanco & negro. Chile, Francia. 2022. Disponible de forma gratuita (previa inscripción en el sitio) en https://ondamedia.cl/show/notas-para-una-pelicula

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