NOSFERATU: ESTOS VIOLENTOS PLACERES

Robert Eggers trae de vuelta el mito primordial del vampiro que hace más de 100 años inauguró Murnau en la pantalla grande, solo que esta vez más desatado, con una lectura de nuestro tiempo pero históricamente precisa.

Postulaba Jung que uno de los principales arquetipos del inconsciente era La Sombra, una parte de nosotros que está reprimida, ya que es incompatible con lo que somos o creemos ser. Muchas veces, casi todas, este deber ser es dictado por la sociedad, por el momento y lugar específico donde nos toca habitar. Pero como es parte de nosotros, no importa que tan bien se esconda, ni lo mucho que pretendamos que no existe, siempre encuentra su forma de salir, sobre todo cuando se apaga la luz.

Nosferatu (2024), densa y rica en mitología precristiana, se alimenta de esa misma oscuridad para brillar como un filme que no es tanto un remake como una relectura, una que invita a creer que hay una parte de la historia que no estábamos viendo.

Para el director Robert Eggers, quien ya se había ganado los laureles en su debut The Witch, y sus subsecuentes trabajos The Lighthouse y The Northman, esta adaptación se siente como un paso lógico en su carrera, ya que no solo bebe de la versión de F.W. Murnau, obra símbolo del expresionismo alemán, sino que también de su referencia directa, la novela Drácula de Bram Stoker, tal vez la más citada historia de vampiros de todos los tiempos.

Nicholas Hoult como Thomas Hutter.

Esta versión sigue, en esencia, el curso de la historia habitual: en la Alemania de 1838, Thomas Hutter (interpretado por Nicholas Hoult), un agente inmobiliario recientemente casado, acepta la oferta de su empleador para realizar la transacción de compra de una mansión al solitario y excéntrico Conde Orlok, un noble que vive en las montañas de la región de Bohemia. A pesar de ser advertido por su esposa Ellen (Lily-Rose Depp), y luego por la gente del pueblo cercana a la vivienda de Orlock, Hutter se adentra en el castillo dispuesto a cumplir con su responsabilidad, solo para encontrarse atrapado en él por las garras del vampiro Nosferatu (Bill Skarsgard).

Se mantienen también otros detalles importantes dentro del canon. La salud debilitada de Thomas quien intenta escapar, los espasmos de Ellen en Alemania que auguran la llegada de algo terrible, la mirada hacia el ocultismo, la histeria de una plaga en tiempos donde las plagas se respetaban y el triunfo sobre la criatura mediante el sacrificio de la doncella.  

Luego está la otra historia, la que siempre estuvo ahí pero que no vimos lo suficiente. El martirio de Ellen -antes considerado como un presagio del mal por venir e interpretado por sus cercanos como un caso de histeria- en esta versión es de hecho el resultado de su propia condena. En el prólogo, encontramos a una joven Ellen rezando por alguien o algo que la pueda ayudar a sanar la oscuridad en su ser. No necesitamos demasiado detalle para entender que esa oscuridad es, en realidad, el deseo sexual reprimido de la joven y que quien respondió a esa plegaria no es ni Dios ni un ángel, pero si una criatura dispuesta a atravesar un continente completo para saciar el hambre de su amada.

Para contar esta versión, Eggers se valió de los elementos más primitivos del séptimo arte: la luz y la sombra. A través de intensos contrastes brindados por el director de fotografía  Jarin Blaschke, quien ha colaborado con Eggers en todas sus películas, surgen encuadres que bien pueden crear la ilusión de que la película fue filmada en blanco y negro, con una luz muy clara en contraposición a una sombra muy oscura. Los personajes parecen transitar entre ambos espectros, a veces destellando junto a una oscuridad que se siente aparte pero cercana, como si estuviera a punto de comérselos a cada instante. 

El compromiso con llevar esta versión a la pantalla grande se sostiene en la precisión histórica y de fotografía deslumbrante. A los escépticos les agradará descubrir que esta pulcritud también se ve reflejada en el casting.

Incluso en su apariencia espectral y bajo las capas de maquillaje, se puede escuchar la voz de Skarsgard retumbando en cada escena. La dirección que toma esta película es lo suficientemente hábil como para mostrar esta criatura completamente aterradora y lograr no convertirla en la protagonista de esta historia, la cual pertenece, de principio a fin, a Lilly-Rose Depp quien claramente estudió los pasos de Isabelle Adjani en Possession y los aplicó con eficiencia.

Completan el cast Hoult, quien interpreta con calidez (y desesperación) a un hombre enamorado que solo quiere tener una vida mejor para él y su esposa. Aaron Taylor-Johnson (como Friedrich Harding) y Emma Corri (Anna Harding), la pareja de amigos que recibe a los Hutter y que funcionan también como un reflejo de ellos:  Taylor-Johnson como este hombre de negocios exitoso y con una gran familia, básicamente todo lo que quiere Thomas Hutter; y por otra parte, Corrin como la única mujer que socialmente tiene permitido el placer sexual aunque por un pequeño precio: estar eternamente embarazada, un augurio de la vida que le espera a la inestable Ellen.

Al no estar tan ligada a la concepción más cristiana del relato, como sí al folclore de la Europa Oriental y al ocultismo, Nosferatu presenta una criatura bestial cuya causa no busca generar empatía. No hay mención de una maldición sobre el Conde Orlok ni un momento de lástima por su eterna soledad -un tropo que ya explotó de modo suficiente Werner Herzog en su propia versión-. Este vampiro no bebe sangre desde el cuello, absorbe la oscuridad del corazón en su sombra y luego la bebe directamente del pecho, como un verdadero depredador de la luz.

Así y todo Nosferatu tiene errores, pero son tan ínfimos que solo vale la pena mencionarlos a la pasada, como el hecho de que el vampiro no es tan interesante fuera de sus interacciones con Ellen y Thomas, o que el trayecto en el Démeter, el barco mercante que transporta el cuerpo del conde, es escaso y hasta cierto punto irrelevante.

No es moral” dice Thomas Hutter al entender el plan para vencer a la bestia. “Dios no tiene moral”, o algo así, le responde el Profesor Albin Eberhart Von Franz -Willem Dafoe interpretando a un símil del popular cazador de vampiros Van Helsing– y en ese momento entendemos que el Dios al que se refiere es más antiguo, tiene otras reglas, y no se rige por las jóvenes creencias de una sociedad que inevitablemente acabará destruyéndose a sí misma por las sombras que no es capaz de reconocer.

Al recibir un nuevo año, como espectadores solo nos queda agradecer que en este mundo abandonado a su suerte todavía queda aunque sea un director capaz de filmar una oscuridad a través de la cual sí podemos ver.PP

Nosferatu. Dirección: Robert Eggers. Guion: Robert Eggers, Henrik Galeen y Bram Stoker. Reparto: Lilly-Rose Depp, Nicholas Hoult,  Aaron Taylor-Johnson, Emma Corrin, Willem Dafoe. Dirección de fotografía: Jarin Blaschke. Música: Robin Carolan. Dirección de arte: Robert Cowper. Casa productora: Maiden Voyage Pictures, Studio 8, Birch Hill Road Entertainm

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