Lo último de los argentinos María Alché y Benjamín Naishtat es una comedia filosófica que sabe jugar con el humor y el drama existencial. Ganadora del premio en el Festival de San Sebastián al mejor guion e interpretación protagonista, Puan no tardó en convertirse en un extraño fenómeno en su país al representar una fiel radiografía social y política de la Argentina… pero no solo…
En una de sus clases particulares, Marcelo Pena se detiene en el significado del ser que Heidegger definió como el acto de existir. “Es una acción, el único movimiento que nos puede salvar de la caída. Uno existe cuando está dispuesto a experimentar en su vida todo aquello que no conoce, que le produce vértigo”, explica Pena, como si ello fuera la máxima definitiva.
Esta es la premisa con la que Puan erige el argumento de su historia, la cual gira en torno a Marcelo (Marcelo Subiotto), profesor de Filosofía Política que ha dedicado toda su vida a la docencia en la Universidad de Buenos Aires. Tras la inesperada muerte de su amigo y mentor, Eduardo Caselli, el consejo de profesores discute quién presidirá la jefatura de la cátedra vacante. Todo indica que Marcelo será el elegido, pero la turbulenta llegada de un antiguo colega se interpone en su camino: Rafael Sujarchuk (Leonardo Sbaraglia) ha regresado recién de Alemania y se convierte en un posible candidato para quedarse con el puesto, iniciándose una disputa, tan cómica como ideológica, entre ambos.
Marcelo se verá eclipsado por la sombra de Rafael, encarnación de la juventud y la modernidad mismas, cualidades que entran a competir con los clásicos métodos de Pena, a los que se aferra por un cierto miedo al cambio. El narcisista y pedante de Sujarchuk condimenta esta divertida y absurda rivalidad intelectual, que da origen a la crisis y contradicción del protagonista, quien enseña sobre el acto de existir, pero apenas sabe cómo funcionar. “El único lugar donde soy algo es en Puan”, llega a confesar el profesor, ya que fuera de la facultad (conocida como “Puan” al ubicarse en la calle del mismo nombre), vemos que su personalidad se reduce a cero: su timidez, inseguridad y torpeza dan cuenta de un hombre que no sabe cómo resolver y enfrentar la vida que ocurre fuera de su nicho académico.
La notable actuación de Subiotto ofrece un personaje lleno de matices que salen a relucir cuando dicta sus cursos teóricos. Alenseñar los postulados de Hobbes, Rousseau o Heidegger, lo hace con la soltura de quien estudió por años filosofía, apoderándose de su audiencia y de la escena. Y luego está el bien logrado Rafael, en la carismática interpretación de Sbaraglia, que logra incomodar al punto de dar vergüenza ajena cuando invoca a Kant en alemán durante el velorio de Caselli y también hacer reír por su incontenible egocentrismo de intelectual recién llegado de Europa. Para Marcelo, ni sus propios vastos conocimientos en la disciplina, o la oferta que recibe para realizar una ponencia en Bolivia, podrán compararse con los títulos e ínfulas de Sujarchuk.
A partir de esta trama que, si bien parece sencilla, los realizadores logran trascender el argumento y exploran temas de mayor profundidad: desde la crisis de ideales hasta el valor de una educación pública de calidad, amenazada por el fantasma del desfinanciamiento. Lo interesante (e inquietante) del filme es cómo retrató de forma tan precisa y auténtica lo que ocurriría meses después de su estreno, cuando asumió Javier Milei y decidió congelar el presupuesto de las universidades públicas del país.
La fortaleza de Puan es su premiado guion, que transita del humor al drama sin mayores complicaciones. Si bien se anima a explorar áreas más complejas, esto queda balanceado con escenas de lo más absurdas y cotidianas, lo cual demuestra un buen manejo de dirección al conseguir transiciones naturales y bien constituidas. Asimismo, la película consigue representar la verdadera identidad de Puan como Facultad de Filosofía y Letras. Su fotografía captura, sin retoques, el ambiente estudiantil, sus fortalezas y carencias. Además, entra en lo que ocurre en los pasillos y salones de la UBA, a modo de hacer a quien ve el filme parte del conjunto y sus dinámicas internas.
Las escenas dentro del aula, o bien la que transcurre en la sala de profesores, representan la esencia de lo que significa la universidad pública y quienes la componen. Son estos planos los que aportan simbolismos clave para comprender un complejo tejido académico y social. A ello se le suma una construcción narrativa sobria, pero muy eficaz al momento de sostener la trama, sin dejarla decaer en su desarrollo.
Aunque no podemos obviar que gran parte de ese mérito también recae en el variado elenco del filme, que lo nutre de humanidad y aporta matices al argumento. Más allá de los protagónicos, Mara Bestelli, Alejandra Fletcher y una divertida Zulema Galperín (la anciana millonaria) son otras de las actuaciones imperdibles de esta cinta.
Por ser inteligente, emotiva y auténtica, Puan se posiciona como una obra clave del cine argentino del último tiempo, porque más allá de su interesante lucidez narrativa, la película y el contenido se resignifica al discutirse en ella temas que están en constante evolución. La inminencia de un futuro incierto trae a cambio una propuesta esperanzadora, que nos recuerda tanto el valor de la educación, como la de mantener nuestros ideales intactos, incluso en tiempos convulsos. PP
Puan. Dirección y guion: María Alché y Benjamín Naishtat. Elenco: Marcelo Subiotto, Leonardo Sbaraglia, Cristina Banegas, Julieta Zylberberg, Zulema Galperín. Fotografía: Hélène Louvart. Comedia. Duración: 109 minutos. Argentina, Italia, Alemania, Francia, Brasil, 2023. Disponible en Amazon Prime.
Ver trailer en: https://www.youtube.com/watch?v=oI5i3F9oHlk
María Alché es una actriz, directora, guionista, productora y fotógrafa argentina. Estudió Dirección Cinematográfica en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica, de Buenos Aires, graduándose en 2010. Benjamín Naishtat es director de cine y guionista, también transandino. Por Puan postularon en 2023 al Premio Goya (España) a la Mejor Película Latinoamericana.