La serie Martín, el hombre y la leyenda aborda los momentos más intensos de la vida del legendario boxeador chileno Martín Vargas, revelando su frustrada lucha por el título mundial, y constituyendo un retrato íntimo de la gloria deportiva, el peso personal y familiar de la derrota. Un guion construido sobre la base del conocimiento personal del personaje permite mostrarlo como un hombre atrapado entre sus propias decisiones y las expectativas de los demás, y lo aleja de la imagen del héroe tradicional.
En esta miniserie, emitida por Mega en 2018 y disponible en la plataforma gratuita del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) el protagonista no solo enfrenta a sus rivales en el ring, sino que también combate los demonios internos que surgen con el peso de la fama. Se trata de un retrato íntimo y crudo de Martín Vargas, el boxeador chileno que llegó a paralizar a un país entero con sus peleas por el título mundial en la década de los 70 y 80.
La serie ofrece un recorrido cronológico, desde sus humildes inicios en Osorno hasta sus cuatro intentos fallidos por conseguir el título mundial en la categoría de peso mosca, en un contexto de gran expectación mediática y popular. Martín, su adorada Mireyita, sus aventuras y desventuras, nutrieron el repertorio de personajes de una época en que pocas personas como él tenían voz. Vargas se convierte en el héroe de un país, pero también en víctima de su propia leyenda.
Si bien la serie destaca por su enfoque en las hazañas deportivas de Vargas, también lo hace por su exploración de los desafíos fuera del ring. A medida que avanza la trama, es evidente que Martín Vargascomienza a referirse a sí mismo en tercera persona, como si la figura pública que ha construido fuera un ente separado de su verdadera identidad. La primera vez, durante una entrevista improvisada y burlona, suena gracioso y hasta tierno, pero pronto esta manera de hablar muestra el distanciamiento emocional y resalta cómo la fama va erosionando su sentido de individualidad, obligándolo a comportarse como el héroe que el país espera, mientras su verdadera identidad se desmorona en silencio. La actuación de Gastón Salgado logra transmitir la complejidad de un hombre que lucha no solo contra sus rivales en el deporte, sino también contra sus propios demonios: la presión de la fama, su propio ego, las adicciones y el deterioro de sus relaciones familiares.
El guion de Rodrigo Cuevas muestra a un ser que, pese a sus logros en el boxeo, es incapaz de reconciliar su vida pública con la privada. En la presencia de estas diversas capas se evidencia un trabajo de campo en el cual el guionista compartió jornadas completas con su inspirador, dejando atrás la caricatura y también el conocimiento netamente documental. Este enfoque muestra al personaje como un hombre atrapado entre sus propias decisiones y las expectativas de los demás, alejándose de la imagen del héroe tradicional. A pesar de su éxito y popularidad, su necesidad central es la aprobación de su padre. Y aunque ha dejado su hogar en Osorno y alcanzado logros materiales como una casa, un auto y títulos académicos, sigue persiguiendo obstinadamente la admiración de su padre, algo que, a pesar de todos sus esfuerzos, parece inalcanzable. En este sentido, Francisca Lewin, en el papel de Mireya Inostroza, su esposa, refleja el desgaste emocional de la vida junto a una figura pública atrapada en su propia vorágine de éxitos y fracasos.
El trabajo actoral de Gastón Salgado en el rol de Martín Vargas es uno de los grandes puntos fuertes de la serie. Su interpretación transmite tanto la fuerza física como la vulnerabilidad emocional de un hombre enfrentado a un mundo que lo idolatra, pero que también lo deja solo en sus momentos más oscuros. Como persona y personaje, Vargas se entiende solamente dentro del contexto de los 70 y 80, en el Chile que transita violentamente de la UP a la dictadura. Vargas vive en ese país, pero lo habita desde su propio terreno, donde el sacrificio es hábito y ley.
Alfredo Castro brilla en su papel como Lucio Hernández, el mánager cuya relación con el boxeador está cargada de tensiones y manipulación. Alejandro Goic, quien interpreta al ficticio periodista deportivo Edgardo Valdebenito, ayuda a dar contexto a las decisiones que Vargas toma dentro y fuera del cuadrilátero, actuando como contraste a los otros personajes, que tienen expectativas y deseos proyectados en el protagonista.
La paleta visual desempeña un papel crucial en la narrativa emocional, aportando una riqueza estética que refuerza la complejidad interna del protagonista. Desde los momentos más altos de su carrera hasta los más oscuros, el uso de la luz y el color es una herramienta narrativa tan potente como los diálogos o la actuación de los personajes.
En las escenas que retratan los triunfos de Martín Vargas, tanto en su carrera deportiva como en la construcción de su imagen pública, la serie emplea colores vivos y saturados, acompañados de planos amplios que evocan libertad y expansión. La luz brillante y los tonos cálidos acentúan el estatus de ídolo nacional de Vargas, a la vez que crean una sensación de admiración colectiva por parte del público y los medios.
En cambio, una paleta oscura y apagada aparece en los momentos de mayor fragilidad emocional del personaje, cuando su vida comienza a desmoronarse; tonos grises y azules generan una atmósfera de opresión y claustrofobia. La dirección de Juan Francisco Olea utiliza estos recursos estéticos para acentuar el deterioro emocional del protagonista. En las secuencias donde este se enfrenta a su caída, los planos cerrados y la falta de luz directa transmiten una sensación de encierro tanto físico como emocional. El espectador no solo ve el declive de Vargas, sino que lo siente, gracias a la atmósfera visual cargada que acompaña los momentos de mayor tensión dramática.
Al final, Martín Vargas es la representación de un hombre atrapado en una lucha más grande que el boxeo: una batalla consigo mismo. La serie invita al espectador a reconsiderar qué significa realmente ser una leyenda, recordándonos que detrás del éxito siempre hay un precio que pagar. Martín, el hombre y la leyenda es más que simplemente una crónica de gloria y derrota, es una reflexión sobre la soledad inherente al poder y a la fama; una mirada a una cultura desaparecida del ojo público, la del boxeo; una visión entrañable de las familias que duelen y aman; y la crónica de un hombre que recuperó el respeto por su propio nombre. PP.
Martín, el hombre y la leyenda. Dirección: Juan Francisco Olea. Producción Ejecutiva y Guion: Rodrigo Cuevas. Reparto: Gastón Salgado, Francisca Lewin, Alfredo Castro, Otilio Castro, Alejandro Goic. Casa productora: La Santé Films. Ficción. 60 min. Chile, 2018. Disponible en CNTV.
Esta columna recoge parte de las discusiones y análisis realizados por un grupo de investigadores asociados al Núcleo de Investigación en Televisión y Sociedad de la Universidad de Chile (NitsChile) y al Grupo Temático de INCOM: Estudios de Imagen, cine y televisión.