“El instinto es distinto a los pensamientos y la vista de nosotros. Tú ves distinto. Pero ves espíritu en figura de un ser humano y al mismo tiempo sabes que la persona no está. Una persona que ha fallecido y que deambula por el campo los perros la pueden detectar muy bien. Ellos emiten sonidos y empiezan a aullar. Aúllan. Ese aullido significa que hay una persona pero fallecida. Mientras más trágicamente haya fallecido, tanto más aúllan (…). Esa es una señal de que hay algo ante lo cual hay que tener respeto”. Franz Bäar (chileno 40 años secuestrado en Colonia Dignidad) a uno de sus perros.
La historia y hechos sucedidos en Colonia Dignidad (actual Villa Baviera) conforman una vergüenza nacional que parece no terminar. La secta encabezada por Paul Schäfer se instaló en el país a comienzos de los 60. Bajo la máscara de institución de beneficencia realizó todo tipo de atropellos contra sus propios colonos, contra campesinos de la zona, niños y niñas chilenos y/o llegados de Alemania. Colaboró activamente con los organismos de represión de la zona, torturando y desapareciendo dirigentes sociales de Parral y recibiendo prisioneros políticos desde Santiago los que, a su vez, también torturaron y desaparecieron. Hoy, después de que los juicios por violación de DDHH en el enclave germano estuvieran cerrados, una jueza reabrió la causa y hay nuevos antecedentes incriminatorios. Los avatares para los colonos tampoco han terminado. Pese a que Schäfer ya está muerto, sus seguidores siguen cometiendo ilícitos que hoy han llegado nuevamente a la justicia.
Todo aquello implica personas con sus vidas y dramas. Sus historias requieren que se sigan contando. Que se ponga nombre y apellido a las víctimas y que lo allí ocurrido no caiga el olvido. Para que los aullidos de invierno en los campos del sur, emitidos por perros alertas ante las almas en pena de detenidos y colonos se sigan escuchando y despierten la conciencia y la justicia. Porque como se pregunta Ingrid Szurgieles (protagonista de Aullido de invierno), “¿cuántas veces hay que contar una historia para que no se olvide?”.
Matías Rojas Valencia (Chile, 1984) ha contado estas historias ya dos veces. Después de mucho estudio y trabajo de campo, plasmó los resultados de su investigación y conocimiento de personas y hechos en Un lugar llamado Dignidad (2019) y Aullido de invierno. Dos filmes para nada discursivos que recurren a diversas formas narrativas y cinematográficas para narrar jirones de esas existencias. En los dos priman las sutilezas y las elusiones que rodean el horror pero que, igualmente lo dejan ver, sin subrayados, innecesarios.
Si el primero de los filmes es claramente una ficción —la realidad vista a través de los ojos de un niño— el segundo, recién estrenado, es un híbrido que cuenta con tres partes, dos de las cuales abren y cierran el filme como documental. La sección media es una ficción, con Paulina García como protagonista. Las tres relatan lo que es, y lo que podrían, ser las consecuencias de lo ocurrido en ese campo cerca de Parral, región del Maule.
LA FORMA Y EL CONTENIDO
Para marcar las diferencias de género, Rojas escogió drásticos cambios de formato como el HD, Full HD, 2K y 4K, entre otros. Aunque no sepa de técnica, para el/la espectador/a la diferencia en las imágenes es notoria: mientras las secciones documentales ocupan solo la parte central de la pantalla y tienen colores desvaídos —recordando los filmes familiares captados con las viejas y entrañables cámaras Súper 8— las correspondientes a la ficción son a pantalla completa y en blanco y negro.
Aquello que en el documental la imagen muestra de modo amable y cálido, pese a la nieve, en la ficción es duro, con escasa luz. En ambas partes hay bosques, pero en la primera se trata de uno encantado, propio, “como una semilla de mostaza es nuestra parte en este mundo” dice Franz a Ingrid, sentados entre los árboles. Lo dice con amor, dulzura y, a la vez, desencanto. Mónica (Paulina García), en cambio se adentra en bosques oscuros, con cuevas, repitiendo un nombre y un número de carné de identidad. El bosque oculta un misterio del que ella sabe la clave. Los árboles son un entramado oscuro, confuso, tal como el habla de este personaje.
Para ambas narraciones, Rojas optó por la cortedad de las palabras. Son las justas y necesarias para informar. Los estados de ánimo emergerán de la imagen, de las miradas, de los supuestos. Se dice que, antes de huir, así tuvieron que relacionarse Ingrid Szurgelies y Franz Bäar (llamado originalmente Francisco del Carmen Morales Norambuena y rebautizado en la Colonia). Vivieron allí 40 años, en una realidad, en la que era tratados como “esclavos”, en el decir de ella. “Franz venía de una familia muy pobre. La colonia dice que fue adopción; pero no, fue secuestro”, se la escucha con su imborrable acento alemán, pese a que llegó a Chile a los 10 años, en 1962. Dos años después entró Francisco. Rojas optó por no mostrar documentación ni imágenes de Colonia Dignidad sino dejar que valieran por sí solos sus testimonios y el misterio que develará Mónica, del cual quien ve el filme nada sabe nada, pero podría intuir.
POCAS PALABRAS PERO DECIDORAS
Los diálogos documentales muestran a Ingrid viviendo una felicidad difícil aunque ingenua y dulce en un presente al que trae algunos recuerdos. Buenos unos; horrendos, otros. Habla en concreto. Cuenta cosas. Franz reflexiona más que narra, con un modo entre poético y filosófico, como lo que le dice a su perro, que tiene relación con el título y cuya trascripción abre este texto. O como cuando recuerda un misterioso episodio del tiempo en que estuvo en el hospital de la Colonia sometido a experimentos con drogas: “Yo era un ser humano despreciado y mi cuerpo, en estado vivo se estaba pudriendo (…) Haendel marcó en mí señales que penetraron mi cuerpo cuando estuve postrado. Como un bálsamo, sí. Cuando yo más sufría. De modo que después, en el hospital, imagínate, postrado, prácticamente a punto de morir. Se abrió el cielo. Y le conté a Shaefer lo que ocurrió. Porque él tenía que saber. Entonces le conté que el cielo se había abierto y que debido a eso me recuperé. Hay una conexión con la composición de Haendel… [hace gesto hacia él]”.
Estrenada el año pasado en el Festival de Cine Black Nights de Tallinn (Estonia) y ganadora ex-aequo (junto a La fabulosa máquina de cosechar oro de Alfredo Pourailly) en el festival Sanfic 2024, Aullido de invierno es, gracias a las decisiones formales y estéticas de su autor, una visión cinematográficamente notable, sensible y profunda a los daños que el paso por la Colonia dejó en quienes, desde un lado y otro, estuvieron allí.
Las diferencias de formato comunican lo cercano, cotidiano e individual de la experiencia de Ingrid y Franz (formato cuadrado), en contraposición con el uso de la pantalla en toda su extensión para narrar el presente de Mónica, que remite al pasado del enclave germano, que tiene repercusiones nacionales. La calma de los primeros, sus acciones llenas de un sentido concreto (hacer leña, comer, acariciar o alimentar a sus animalitos) hablan de su carácter de víctimas que intentan dejar atrás el sufrimiento con un presente amoroso. Por el contrario, el estado alterado de Mónica informa de una culpa que intenta enterrar con actos sin sentido.
Un detalle final: el uso de la música clásica vinculada a la vida en la Colonia recuerda las profundas contradicciones de los seres humanos y, al contrastar con los testimonios, la pureza de sus imágenes en medio de lo natural pareciera destacar que lo primordial y bello puede ser intervenido de buena y mala manera por nosotros. PP.
Aullido de invierno. Dirección, guion y montaje: Matías Rojas Valencia. Productores: Tomás Gerlach y Clara Larraín. Protagonistas documental: relacionarse Ingrid Szurgelies y Franz Bäar. Elenco ficción: Paulina García, Amalia Kassai y Clara Larraín. Productora Ejecutiva: Paulina García. Dirección de fotografía: Andrés Underesu. Dirección de arte: Sebastián Torrico. Música original: Pierre Novi. Casa productora: A Simple Vista Producciones y Clara Films. Documental y ficción. 100 min. / Digital HD, Full HD, 2K, 4K, entre otros / Color y B/N. Chile, Argentina y Colombia, 2023.
Nota: para mayores antecedentes sobre Colonia Dignidad véase el libro Amigos del Dr. Schafer (Debate) de Claudio Salinas y Hans Stange, integrantes de nuestro equipo editorial y considerado una de las más completas y documentadas investigaciones sobre el tema.