BLANQUITA: CINE NEGRO A TRAVÉS DE NUESTRAS PROPIAS EXPERIENCIAS

“Nos basamos bastante en el cine negro” dijo en una entrevista Benjamín Echazarreta, director de fotografía de Blanquita, película chilena escrita y dirigida por Fernando Guzzoni (Santiago de Chile, 1983).  La frase sin duda explica el estilo de este filme estrenado comercialmente en el país durante abril de 2023 y que, previo a ello, tuvo un gran inicio en los festivales internacionales, obteniendo importantes galardones.

En la declaración de Echazarreta, sobre las influencias del filme Blanquita, de Fernando Guzzoni (Jesús,2016; Carne de perro, 2012; y La Colorina, 2008) es posible situar el eje narrativo de toda la cinta y el género al que corresponde: se trata de un drama noir social, basado –además– en un bullado caso que involucró a políticos y empresarios en una denuncia y juicio sobre trata de blancas.  Es decir, es uno de esos filmes que revuelven las emociones de todo el público y predisponen a la audiencia a involucrarse cual pequeños investigadores.

Desde esta construcción aparece el personaje de Blanca (hábilmente interpretado por Laura López en su debut en un largometraje), quien vive en un hogar de menores dirigido por el cura Manuel (Alejandro Goic) y que, desde los primeros minutos, devela sus más grandes preocupaciones y necesidades.

Guzzoni es ambicioso en su tratamiento del guion: durante la escena inicial pone en perspectiva la calidad de vida de los niños y niñas que viven en ese lugar. Están abandonados del mundo y el único capaz de entenderlos es Manuel. La situación se complejiza cuando uno de ellos (el amigo más cercano de Blanca) se somete a ciertas evaluaciones que corroboran que ha sido víctima de abusos sexuales.

Acá comienza la trama verdadera, porque Blanca hará propia la denuncia de su amigo y, junto a Manuel, llevarán adelante una historia que compromete a los mayores escaños de la sociedad chilena.

Con un minutaje que alcanza la hora y treinta y ocho, Blanquita es una película dramática que usa a su favor las grandes características del género. El ritmo del filme es, a ratos, contemplativo, aunque equilibrado con escenas duras y efectistas, provocando un acercamiento a la denuncia casi en tiempo real, entre otros recursos por el empleo de una televisión vociferante con las noticias del caso. Sus personajes, psicológicamente ambivalentes, están interpretados por una atractiva paleta de actores, que incluye grandes nombres como los de Amparo Noguera, Marcelo Alonso y Jaime Vadell.

Su director de fotografía, Benjamín Echazarreta, parte del equipo que ganó el Oscar a la mejor película extranjera por Una mujer fantástica (Sebastián Lelio, 2017), y quien rinde pleitesía a Robby Müller, director de fotografía de París, Texas, se siente seguro trabajando con lentes anamórficos, que distorsionan la imagen, dejando intacto el aspecto vertical, pero modificando el horizontal. Echazarreta crea con ello una especie de policial con muchísimos cuadros dentro del cuadro y grandes claroscuros que ahondan en las dudas e introspecciones de Blanquita consigo misma una vez comenzado el peritaje. Esto fue una intención dialogada entre Guzzoni y Echazarreta, para crear un equilibrio visual que permitiera variadas lecturas, potenciando el interés por la película y su guion.

Tráiler de Blanquita.

Declaradamente inspirada en el proceso judicial conocido como Caso Spiniak, de ello deriva el aura lúgubre, acusatoria y compleja que atraviesa todo el metraje. Cabe destacar el respeto del equipo por esos hechos, mostrando una mirada crítica y responsable que reabre la discusión en torno a las falencias burocráticas y de otro orden de la justicia chilena.

Por lo mismo, es muy difícil no empatizar con las emociones de los personajes, quienes resultan vulnerables y muy humanos, gracias al trabajo de guion que trastoca el discurso maniqueo de buenos y malos, en un afán por dar capas de profundidad a la trama, involucrando una nueva variable: la mentira.

El valor del recurso radica en la ambigüedad que pesa sobre los personajes principales –Blanquita y Manuel– porque, cuando modifican el discurso de denuncia en favor de un bien mayor, se exponen a la desmitificación y a sus respectivas condenas. Al ser vilipendiados (ella frente a los fiscales y sus cercanos; él, ante la iglesia) construyen jugarretas de venganza, odio, malestar y búsqueda de justicia. Se aúnan, compensan y acompañan, con todo lo que eso significa.

Ambos miran constantemente los noticiarios y buscan en ellos una especie de consuelo, de apoyo o esperando el eco de las palabras que han dicho a la prensa, solo para seguir dándose con la cabeza contra la pared, porque acaban sintiéndose traicionados e incluso culpables.

Acá aparece otra arista en la película que la asimila a las cintas de Michael Haneke (director de cine austríaco premiado por Caché, 2005, La cinta blanca, 2009 y Amour, 2012): el filme versa críticamente sobre el tema de la culpa. Como en ese cine, surge la interrogante de adónde llevar la atención del espectador. Fernando Guzzoni, que oficia como escritor y director en este caso, pareciera interpelarlos preguntando si importa más descubrir a los culpables o conocer el motivo de sus acciones.

Similar a lo que hizo con Jesús (2016), Guzzoni maneja con soltura una especie de pinponeo que ayuda a no perder demasiado el rumbo de la película, porque siempre hay algo nuevo que surge al armado del caso. Si el interpelado fuese yo mismo, debería decir que creo firmemente que la mentira y la culpa son los dos pilares que terminan por sostener el peso de una película que juega con un muy acertado realismo cinematográfico denso, oscuro y ambivalente.

Blaquita obtuvo el premio al mejor guion en una de las secciones del Festival Internacional de Venecia y el Colón de Oro en el Festival de Huelva, España. Resulta encomiable que nuestros directoras y directores conserven cierta herencia del cine chileno, más cercano a lo artesanal, y donde el escrito y dirigido parece una constante y una insignia. PP

Blanquita. 2022. Drama. Dir.: Fernando Guzzoni. Elenco: Laura López, Alejandro Goic, Amparo Noguera,Marcelo Alonso, Daniela Ramírez, Ariel Grandón, Katy Cabezas, Nicolás Durán, Jaime Vadell. Prod.: Don Quijote Films. Premios: Colón de Oro del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, España; Mejor Guión en la sección Orizzonti  del Festival de Cine de Venecia. Chile, Francia, Luxemburgo, México, Polonia. 98 min.

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