por Para los cinéfilos, es uno de los mayores en el arte cinematográfico. Entre los cineastas, un nombre que se hizo respetar. Para los milenials, un desconocido.
Es que lo suyo fue siempre lo pretérito. Lo mejor de su cine se relaciona con el pasado, con la nostalgia y la citación, antes incluso que las citas a películas pasadas se volvieran una moda. Su pasión por la cultura popular norteamericana era síntoma de su pasado como descendiente de inmigrantes serbios escapados del nazismo, que busca anclarse en una tradición que, aunque sea ajena, era para él la única posible.
Su título más famoso todo lo dice al respecto: La última película (1971), una elegía a la adolescencia, la vida provinciana y las viejas salas de cine. Su carrera sería dispareja y daría para un buen melodrama cinematográfico, como los de antes: abandonó a su esposa e hijas por Cybill Shephard, actriz de fotogenia fascinante, pero de registro muy limitado y dirigiéndola se arruinó financieramente. Luego siguió con una modelo de la revista Playboy, que terminó asesinada por un examante que se suicidó, lo cual acabó con su carrera como director y lo condujo a la bancarrota. Terminó casándose con la hermana de la difunta.
De sus obras hay que rescatar Luna de papel (1973), Saint Jack (1979) y Texasville (1990), nostálgica segunda parte de La última película.
También fue actor ocasional (se lo puede ver en Netflix dirigido por Welles en El otro lado del viento), guionista, crítico, escritor y profesor de cine. Sus libros sobre Howard Hawks, John Ford y Orson Welles se consideran obras de referencia. PP
