LA CIUDAD COMO ESCENARIO FÍLMICO
La ciudad se convierte en un vehículo para reconocerse, donde el paisaje citadino constituye un imaginario, con imágenes que se transforman en parte de un discurso que escarba en el tema de la identidad nacional.
La ciudad se convierte en un vehículo para reconocerse, donde el paisaje citadino constituye un imaginario, con imágenes que se transforman en parte de un discurso que escarba en el tema de la identidad nacional.
En este ensayo se describen las principales implicancias y consecuencias de la irrupción de las tecnologías digitales en el cine contemporáneo. El texto propone que el cine deberá enfrentar dos problemas simultáneos y concomitantes: la gamerización del cine masivo comercial, y la museificación de todo el resto de la producción cinematográfica.
El cine que no llega a salas ni a las plataformas al uso –el cine que, regularmente, no vemos- discurre por una especie de barril sin fondo. De este cuánto hay, el redactor del presente texto rescata ante todo comedias francesas, en el entendido de que las mutaciones y continuidades del género de las risas, en general, y de la comedia de autor, en particular, son cosa muy seria.
Este artículo revisita nueve filmes nacionales (siete largometrajes de ficción y dos documentales) que pueden contener señales de la -a veces subterránea, hoy explicita- tensión colectiva de la sociedad chilena. No somos los primeros en realizar este ejercicio: hay que reconocer el crédito a CineChile. Pero hemos tomado la posta, partiendo de algunos supuestos.
La animación nacional, en específico la que se divulga en formato cortometraje, ha tenido un crecimiento en los últimos años que todavía falta catastrar y analizar. Este escrito tiene como objetivo aportar, desde una muestra limitada, a este diagnóstico en construcción, una especie de “estado del arte” que nos muestre un panorama del arte animado chileno.
El artículo aborda la distribución, los públicos y el consumo audiovisual en Chile a través de medios digitales, a partir de los resultados de dos estudios desarrollados por el centro de estudios sociales Katalejo. Las plataformas audiovisuales brindan una oportunidad única para que las películas chilenas lleguen a sus públicos (de nicho), pero también se presentan grandes obstáculos, como la poca profesionalización y la falta de estrategias y políticas de distribución.
Los 70 tienen pulsión. Frente a los movimientos rupturistas actuales, el de esos años, con su descontento visceral, contiene verdades que hoy se echan de menos. Los 70 vibran en títulos tan dispares como Goodfellas, de Scorsese; como Mystic River, de Eastwood; como Zodiac, de David Fincher; como Ted Bundy, durmiendo con el enemigo, de Joe Berlinguer, o como Guasón, de Todd Phillips, por dar ejemplos harto menores, si bien más recientes.
Entre recortes presupuestarios y prohibiciones que remiten a los peores regímenes del siglo XX, las industrias fílmicas de América del Sur se han visto reducidas frente a un desprecio generalizado por el arte cinematográfico. La evangelización de Bolsonaro en Brasil y los criterios mercantilistas en Chile y Argentina se han impuesto como duras amenazas para el desarrollo de las cinematografías australes.
Kevin Feige y compañía descubrieron el método para aplicar en cada nueva entrega de cualquier película. De ahí que las historias de origen de Marvel sean calcadas una a la otra, iguales en fondo y forma, pues buscan una perfección creativo-industrial con base en la idea de amalgamar el producto nato de Marvel (los cómics y todo su universo estilístico y narrativo) con el concepto de un producto familiar.