AVENGERS: ENDGAME

El Marvel Cinematic Universe (MCU) surgió como una idea sumamente interesante y bien estructurada: desde su conceptualización y fidelidad al material original (los cómics) hasta el modelo de negocios, pasando tanto por el casting para elegir a sus directores y la escritura misma de sus guiones, todo entrelazado en una mecánica multicapa, ordenada y eficaz.

Por David Vega Bravo y Pamela Muñoz Vitta

Tráiler de Avengers: Endgame.

El MCU partió fijando preguntas y fue dándole respuestas una a una: ¿qué se quería conseguir con tal o cual película? ¿Cómo es el personaje principal y qué de él o ella es lo que el público querrá ver? ¿Qué debemos incluir o no de los cómics para no defraudar a los fans? ¿Cómo obtener el máximo rédito posible de todo esto?

Kevin Feige y compañía descubrieron las respuestas y luego el método para poder aplicar estas respuestas en cada nueva entrega de cualquier película. De ahí que las historias de origen de Marvel sean calcadas una a la otra, iguales en fondo y forma, pues buscan una perfección creativo-industrial con base en la idea de amalgamar el producto nato de Marvel (los cómics y todo su universo estilístico y narrativo) con el concepto de un producto familiar.

Así, no era extraño el ver a padres e hijos asistiendo a algún estreno, ambos igualmente expectantes y nerviosos en la fila del cine. El “costo” de esto fue que rápidamente se llegó a una especie de “zona de confort” donde Marvel estuvo haciendo esencialmente la misma película una y otra vez.

Esta forma de construir el relato, pese a ser formularia, lejos de defraudar o aburrir nos deleitó con grandes lanzamientos como Iron ManAntman y mi preferida, Capitán América 2 (en la cual los hermanos Russo logran un nivel muy cercano al de Paul Greengrass en su trilogía de Bourne).

Se fue creando una sinergia entre las películas que iban saliendo, año tras año, de un tipo que no se había visto desde las sagas de Harry PotterEl Señor de los Anillos o — incluso, en una menor medida— desde la saga de X-Men. Y al tiempo que crecía la planta, un aroma extraño empezó a sentirse, ineludible: Marvel empezaba a retroalimentarse del público (vía redes sociales y focus group, me imagino) y empezaba a darle a éste exactamente lo que quería, como un ser simbionte, cual Venom.

Entonces vino el cuestionamiento: ¿siguen siendo arte una serie de productos (películas) tan transparentemente fabricados con el único propósito de satisfacer el apetito del público? ¿Es acaso el MCU la superestructura pop por excelencia?

Este tapiz estuvo compuesto de películas, por lo general, muy satisfactorias tanto para el público como para Marvel Movies (exceptuando casos contados como Civil War y su extrañamente anticlimático final o Thor: The Dark World, que es abiertamente mala). Avengers: Endgame es la guinda de la torta de esta superestructura pop: la guinda más esperada, más cara y, a la vez, la más taquillera de la historia del cine.

Fotograma de la película.

Ahora, ¿cuánto de este éxito se debe al mérito de la película como obra en sí misma y cuánto a la estructura previa que viene a concluir?

Avengers: Endgame, tras la valiente jugada final de la película anterior donde el villano gana, vuelve a la idea de darle al público exactamente lo que quiere y se transforma, al menos en su primera mitad, en el tedioso cierre de relaciones y conflictos establecidos no sólo en la película anterior, sino en toda la saga previa.

Luego, en su segunda mitad, vemos cómo nuestros héroes idean un plan para deshacer todo lo ocurrido anteriormente mediante una triquiñuela argumental que se siente casi como un deux ex machina: Los Vengadores logran viajar en el tiempo.

Esto de inmediato hace surgir los típicos cuestionamientos relacionados a este tipo de historias: ¿por qué no simplemente retrosaltan al momento en que Thanos ya tiene todas las piedras y se las quitan, en vez de ir a buscarlas una a una a distintas “ramas” temporales? Era cosa de mandar sólo a la Capitana Marvel y listo. Además, desde ahora en adelante, cualquier nueva película del MCU puede deshacer la trama de cualquier otra que haya ocurrido antes.

Sin embargo, por decepcionante, problemática y simplona que pueda parecer esta solución, todo cambia si lo miramos desde un punto de vista comercial: a medida que los Vengadores ejecutan su plan empiezan a desfilar en pantalla una serie de fanservices y entrecruzamientos de personajes que, de otra forma, no tendrían por qué haberse encontrado. 

Hallamos la dosis precisa de bromance y situaciones tomadas de las mechas entre los héroes supervivientes y sus propias versiones del pasado, dándole a los fans justo lo que querían y abriendo un sinfín de posibilidades a las próximas entregas, lo que de por sí resulta ser una genialidad.

Pero el éxito de esta película final no es sólo comercial: en los momentos donde Iron Man y Thor logran ver de nuevo a sus padres muertos y deciden no cambiar sus destinos, o cuando Capitán América ve en el pasado a su amor perdido y decide no hablarle es cuando Avengers: Endgame nos muestra el verdadero sentido del heroísmo, reflejado en el sacrificio personal que los personajes realizan conscientemente en beneficio del equipo y del Universo en general, y es éste el verdadero conflicto que los personajes deben afrontar, más que la ya archiconocida pelea final contra un villano generado por computadora sobre un fondo apocalíptico (aunque la secuencia de Capitán América vs. Thanos es francamente lo mejor que se ha visto en este tipo de clímax).

Tal vez, más que el haberse convertido en un ejemplo perfecto de lo que ocurre cuando una buena idea original es acompañada de un plan estructurado, ordenado, bien pensado, y construido en varios niveles, ejecutado en forma sistemática y a largo plazo, el verdadero mérito del MCU (incluyendo a Endgame) radique en que el triunfo de una megacorporación y sus mecánicos productos lograron sentirse también, tras estos once años, como un éxito profundamente humano. PP

Avengers: Endgame. 2019. Directores: Anthony y Joe Russo. Reparto: Robert Downey Jr., Chris Evans, Scarlett Johansson, Chris Hemsworth, Mark Ruffalo. Productora: Marvel Studios. 181 minutos. Estados Unidos.

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